Beschreibung
Cuando se habla del ser humano es muy común referirse, en primer lugar, a sus limitaciones y debilidades. ¿Qué es típico para el ser humano? Ya los que tuvimos que estudiar latín aprendimos la frase Errare humanum est, que traducido es ‘Equivocarse es humano’. La humanidad es considerada débil, limitada, mala y frágil; por otro lado, la vida y la experiencia parecen confirmar esto. La mayoría de nosotros está a años luz de una autoimagen que le recuerde que el ser humano una vez fue la corona de la creación original.
Las religiones enfatizan mucho el aspecto de la pecaminosidad y la necesidad de redención del ser humano, principalmente por el conocimiento de la muerte que espera a todos por igual. Mientras todas estas percepciones de la vida humana son correctas, a muchos se nos olvida que nada de esto formaba parte del plan original divino al crear al ser humano a su semejanza e imagen. El primer hombre y la primera mujer no tenían nada que ver con la debilidad, las limitaciones, el pecado y la fragilidad.
Abordemos esta idea partiendo de la lectura de Salmos 8:4-6: «Digo: “¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?” Lo has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies...».
‘Ángeles’ está traducida de la palabra hebrea elohiym, la cual sorprendentemente también aparece en Génesis 1:1: «En el principio elohiym creó los cielos y la tierra». Lo que nos dice esto es que los seres humanos no son hechos un poco menores que los ángeles, sino un poco menores que elohiym. ¡Los ángeles son espíritus ministradores que están al servicio de Dios y de los seres humanos! «¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”? ¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?» (Hebreos 1:13-14).
Dios creó a Adán —por favor, no te asustes ahora— como dios en la tierra, enviado y equipado con todas las habilidades y la autoridad que eran necesarias para ejercer el dominio sobre la creación. Adán era nada menos que colaborador y socio del Dios omnipotente. La visión divina era que este dominio lo ejerciera basado en una relación íntima y amistosa con el Creador. Una de las razones de la caída de Adán fue su deseo de independizarse de Dios, así que después de su caída él produjo una humanidad degenerada y falsa que ya no representaba el original. «Vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y le puso por nombre Set» (Génesis 5:3). Podemos y debemos concluir que la humanidad verdadera es vista en el primer Adán antes de su caída.
Si queremos entender lo que es la humanidad verdadera, tenemos que ocuparnos en primer lugar del original y no de la degeneración.
Lo que hoy percibimos de la humanidad es una degeneración del original.
Si seguimos partiendo de lo que la humanidad hoy revela, nunca podremos comprender a fondo el sentido y los fines de la regeneración, o sea, la redención que Dios ofrece al ser humano en Cristo.
Desafortunadamente sabemos muy poco de Adán y Eva antes de su caída en pecado. Nos cuesta reconocer las características de una humanidad perfecta en ellos. Ya que todos los descendientes de Adán pecaron y fueron destituidos de la gloria que les hubiera pertenecido (Romanos 3:23), tenemos que preguntarnos: ¿Dónde habrá un modelo de humanidad perfecta al cual podamos seguir? ¿Acaso existió un ser humano perfecto fuera de Adán y Eva antes de su caída?
Cuando hablamos de Jesucristo y de su vida sobre la tierra, la mayoría ve una demostración del poder divino y de la naturaleza de Dios en sus obras sobrenaturales. Su vida y muerte son vistas principal- mente en el contexto de nuestra redención, pero muchas veces pasamos por alto que su manera de vivir fue una demostración de lo que significa e implica ser un humano verdadero. Jesús es nuestro modelo para una humanidad normal, tal y como Dios la creó originalmente ...