Beschreibung
«Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pedro 4:10).
Cada cristiano ha recibido por lo menos un don de parte de Dios y tiene, por lo tanto, la responsabilidad de administrarlo para la gloria de Dios. El Señor reparte los dones según la habilidad de cada uno; y así nadie podrá quejarse cuando Dios le pida cuentas un día. En Mateo 25:14-30 encontramos la parábola de los talentos. Cada siervo recibe algo; uno más, otro menos. Esto no significa que el último siervo haya recibido una cosa pequeña, pues un talento era el equivalente de 6000 jornales. Un denario era el sueldo diario en aquel tiempo (Mateo 20:2). Si alguien hoy gana ochenta dólares diarios, un talento serían 480.000 dólares. La base de la evaluación de parte del patrón no era la cantidad ganada, sino la fidelidad empleada.
Desafortunadamente, los dones de Dios pueden ser objeto de abuso por parte de los hombres. Esto siempre ha sucedido. No debemos tener miedo al análisis de tales abusos; tampoco debemos capitular ante este fenómeno. El abuso de un don divino no dice nada respecto al valor del don. Por medio de una enseñanza correcta y bíblica, los abusos pueden llegar a limitarse considerablemente. Las dádivas de Dios siguen siendo buenas en sí, aunque los hombres a veces abusen de ellas.